Como en ese museo de la autoindulgencia que son abc o la
razón en nuestro país, también en Argentina incluso antes de llegar a las
páginas de deporte, los periódicos hablan de fútbol al tratar la política como
un mero asunto de fervor o de opinión inflamada. Como el combustible con el que
se rocían unos y otros es aquí distinto, es complicado saber –aunque se intuya-
quién miente deontológicamente y quién a ratos.
El titular de la pancarta citada por El País tras la
manifestación del 8.11.12 -basta de tanto
resentimiento, rencor y odio- es tanto un resumen nítido de lo que Clarín
anima a diario, como la respuesta de Página 12, en esa imagen de dos señoras
embutidas en abrigo de piel y cacerola en mano, suena a respuesta escorada.
¿Cuándo empieza un diario a identificarse tanto con un lado que se convierte en
su portavoz indisimulado? La ley de medios podría ser todo lo que Clarín
necesita para escupir inquina sobre cuanto venga del gobierno que promueve la
ley. El beneficio de la duda dura 60 páginas el día en que uno acumula el valor
de leerlo: lo que tarda en imprimir algo que no parezca un auto de fe. Quizá
casualmente esa página resulta ser un artículo sobre las bonanzas de la
peatonalización y mejora general de la habitabilidad de Buenos Aires en un
futuro próximo. Como pruebas, se adjuntan infografías tomadas probablemente del
propio gobierno municipal… en manos del gobierno opositor de mauricio macri.
Si el expolio antiguo que pudiera explicar el fervor
anticapitalista de Página 12 no es el mismo que denuncian los dueños de Clarín
es porque éste, a falta de mejores credenciales, es nuevo. Y no suena injusto
descreer más del clamor del terrateniente (aunque periodístico) que del que
clama por una indemnización debida a décadas de atropello social, sufridas a
manos de otros clarines –militares, económicos, políticos neoliberales… Uno
pasa aquí, con suerte, dos semanas al año, poco tiempo para entender. Pero
intuye una sociedad encarnizada entre quienes siempre tuvieron y a quienes
siempre se les quitó. Hay algo de defensa propia en las líneas de cuanto
periódico lee uno aquí, pero eso no iguala las trincheras. Incluso renunciando
sonrojantemente a una mirada fría sobre lo que tienen, sobre dónde están y
hacia dónde se dirigen, el enemigo de Clarín merece más dudas que el de
Página12. El de éste es la torpeza, la negligencia, la defensa de políticas que
les aíslan. Aquel es mucho peor, pues no hay necedad en sus actos sino pura
voluntad de expolio de la prosperidad nacional, de codicia criminal, de desprecio
a un modelo equitativo de sociedad. La señora del kiosco que me ve comprar
todos los periódicos cada día ha de pensar que mi esfuerzo es inútil.
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