martes, 22 de octubre de 2013

sentarse a publicar periódicos


Como en ese museo de la autoindulgencia que son abc o la razón en nuestro país, también en Argentina incluso antes de llegar a las páginas de deporte, los periódicos hablan de fútbol al tratar la política como un mero asunto de fervor o de opinión inflamada. Como el combustible con el que se rocían unos y otros es aquí distinto, es complicado saber –aunque se intuya- quién miente deontológicamente y quién a ratos.
El titular de la pancarta citada por El País tras la manifestación del 8.11.12 -basta de tanto resentimiento, rencor y odio- es tanto un resumen nítido de lo que Clarín anima a diario, como la respuesta de Página 12, en esa imagen de dos señoras embutidas en abrigo de piel y cacerola en mano, suena a respuesta escorada. ¿Cuándo empieza un diario a identificarse tanto con un lado que se convierte en su portavoz indisimulado? La ley de medios podría ser todo lo que Clarín necesita para escupir inquina sobre cuanto venga del gobierno que promueve la ley. El beneficio de la duda dura 60 páginas el día en que uno acumula el valor de leerlo: lo que tarda en imprimir algo que no parezca un auto de fe. Quizá casualmente esa página resulta ser un artículo sobre las bonanzas de la peatonalización y mejora general de la habitabilidad de Buenos Aires en un futuro próximo. Como pruebas, se adjuntan infografías tomadas probablemente del propio gobierno municipal… en manos del gobierno opositor de mauricio macri.
Si el expolio antiguo que pudiera explicar el fervor anticapitalista de Página 12 no es el mismo que denuncian los dueños de Clarín es porque éste, a falta de mejores credenciales, es nuevo. Y no suena injusto descreer más del clamor del terrateniente (aunque periodístico) que del que clama por una indemnización debida a décadas de atropello social, sufridas a manos de otros clarines –militares, económicos, políticos neoliberales… Uno pasa aquí, con suerte, dos semanas al año, poco tiempo para entender. Pero intuye una sociedad encarnizada entre quienes siempre tuvieron y a quienes siempre se les quitó. Hay algo de defensa propia en las líneas de cuanto periódico lee uno aquí, pero eso no iguala las trincheras. Incluso renunciando sonrojantemente a una mirada fría sobre lo que tienen, sobre dónde están y hacia dónde se dirigen, el enemigo de Clarín merece más dudas que el de Página12. El de éste es la torpeza, la negligencia, la defensa de políticas que les aíslan. Aquel es mucho peor, pues no hay necedad en sus actos sino pura voluntad de expolio de la prosperidad nacional, de codicia criminal, de desprecio a un modelo equitativo de sociedad. La señora del kiosco que me ve comprar todos los periódicos cada día ha de pensar que mi esfuerzo es inútil. 

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