viernes, 3 de enero de 2025

Y también su opuesto

 


Una exposición en el Museo de arte contemporáneo Serralves, diseñado por Álvaro Siza a partir de una finca centenaria, permite visitar en su edificio más antiguo -testigo de la era art déco- la conexión personal de Mario Soares -primer ministro y presidente de la república portuguesa- con el arte y la literatura de su tiempo, no tan lejano del nuestro. Si lo parece es porque hoy se antoja inconcebible -en nuestro país al menos- que alguien prospere en política a base de priorizar la cultura como vector de reconocimiento social, de cohesión nacional.

Casi parece preludiar la muestra que espera un poco más allá, ya en un edificio de Siza, y que aúna el clasicismo formal del gran Manoel de Oliveira con la faceta más experimental del cine de Jean-Luc Godard, que acabaría por predominar en su filmografía, una vez convertido en un teórico cinematográfico que propugnara un cine no obligado a parecerlo. 

Las ambigüedades del lenguaje político y artístico hallan un espejo contradictorio esa misma noche, cuando, preguntada, la dueña del bar con terraza en el que estamos sentados dice preferir los anglohablantes a los españoles. Y a cualquiera sobre los brasileños, que al conocer el lenguaje pueden abusar, sin gran esfuerzo, de los derechos que da beber e interactuar simultáneamente con quienes les rodean. Los músicos que se turnan el centro de la pequeña plaza lo expresan sutilmente: solo cantan en inglés.

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