martes, 21 de agosto de 2012

A merced de Puck


Hay que ser Nick Bottom, recién descubiertas sus orejas de burro tras venir de dormir con una reina, para entender que dentro del sueño veraniego hay noche oscura. Aunque también puedes volver de una playa próxima a Haarlem, después del más inusualmente veraniego día holandés, y encontrarte a oscuras pedaleando por una senda anochecida, siguiendo una tenue luz roja en la parte trasera de la bicicleta de delante como quien sigue a un faro. Y eso es antes de que la bicicleta de S. se averíe y tengamos que adentrarnos en el bosque a pie, sin ver nada que no sean nuestras voces. Como cada minuto es más oscuro y más hablamos, el círculo se cierra y más cerca estamos de estar soñando todo esto.

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