martes, 21 de agosto de 2012

sombrero y leyes


Uno siempre ha pensado que un sombrero representa, contiene, parte del civismo que ya no llevamos en la cabeza. Otros sitios inusuales en que buscarlo son ese anuncio que imprimía hace unos meses, en un programa de mano, el ruego de no toser, carraspear o hacer gárgaras entre los movimientos de una sinfonía. O el cartel que, nada más subir al tren que lleva de Amsterdam a Haarlem, advierte la obligación de no hablar de forma que pueda molestar al resto de pasajeros. Entender que tu silencio es parte de algo escrito en 1861 está condenado al fracaso porque quien desprecia la instrucción lo hace sabiendo que el entorno –que tose, carraspea y hace gárgaras al unísono- le ampara. Bastan unos minutos para que nadie en el tren dude que somos españoles. De vez en cuando el tren se detiene en una estación, emitiendo un chirrido desagradable, como si carraspeara. 

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