martes, 21 de agosto de 2012

en tránsito


Por si el aserto de Bioy Casares –para que el viaje tuviera sentido, uno no debería llevarse- no fuese ya completo, el acto de viajar tiende a la estrechez, como si cada etapa aspirara a que llegaras con menos carga encima a cada paso. Los pasillos que llevan a un avión son progresivamente angostos, y acaso la expansión de uno mismo que sientes al hallarte en un país que no es el tuyo lo fuera menos de no venir de ese útero mecánico que te fuerza a permanecer inmóvil como una oruga en tránsito. Cuánto de ese camino no tendrá que ver con lo que, fuera, se queda quieto el tiempo necesario para que te aclimates.   

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