lunes, 2 de septiembre de 2013
ascender para caer
El museo del cielo y el del infierno distan en Moscú solo veinte minutos en metro. stalin llevaba apenas siete años en el segundo cuando Gagarin se elevó hacia el primero en 1961. Y los campos del Gulag en los que se dejaran la vida dieciocho millones de personas seguían buscando en la tumba al hombre nuevo cuando el programa espacial de la URSS lo inauguraba en el espacio. La que luego sería la estación orbital MIR empezó a diseñarse solo veinte años después de que el Gulag dejara de ser un órgano más del programa político de quienes dirigían el país. Y casi una década antes de que las primeras elecciones tuvieran lugar. Los maletines azules para el aseo personal que se exhiben en el museo, y que los astronautas llevaban al espacio, contienen más de lo que muchos lograban acarrear hasta el campo de trabajo en que se dejarían la vida. Solo unos metros de tierra vigilada separan la tumba de stalin de la que ocupa Gagarin al pie del exterior de la muralla del Kremlin de Moscú. Cuanta más gloria en vida, más miseria espera en muerte a los mejores héroes rusos.
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