Uno de los museos más pequeños de Edimburgo acoge cientos de ellos –el de la imprenta, el de la judicatura, el de la importancia de lo postal, de la vestimenta, de la vida en tiempos de guerra. The People´s Story, en Canongate, muestra la vida tal y como es, hoy y hace cien años: dividida no en días –demasiado parecidos siempre- sino en objetos, en aquellos que empleamos a diario, en los que solo una vez, en los que nunca. En los que queremos y los que odiamos tener que usar. Distribuidos en no muchas vitrinas, son ellas, las cosas, las que cuentan la vida en Escocia desde finales del siglo XVIII: la vida de una cocina durante la guerra, de un camarote, de un calabozo, de un vagón de tren. Steph, a quien provoca escalofríos ver muñecos de cera adoptar la postura y la mirada de un hombre, quizá lo que dice con ello es que son las cosas las que, incluso envejecido o perdido su uso original, siguen vivas entre nosotros, esperando la ocasión de que un súbito declive de la prosperidad y la técnica asociada a ella vuelva a llamarlas, a depender de ellas. En un país en el que o acaba de llover o está a punto de hacerlo, el plástico que cubre desastradamente a algunos de quienes pasean sus calles parece venir de una vitrina más, la de un café a estas horas.
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