miércoles, 1 de septiembre de 2010

Siga a ese sofá


Si tienes suerte, al llegar a un país que no es el tuyo, conoces a alguien nativo con quien descifrar el mapa sin esfuerzo. Si tienes aún más suerte, viajas con Teresa y su corte infinita de personas posibles, disponibles en todo el mundo, a los que has conocido no un día después de aterrizar, sino semanas o días antes, vía couchsurfing.com. Puedes llamarte Pico y servir de chofer en sidecar por el extrarradio rural de Chang Mai. Puedes ser Tulika y llevarnos a un restaurante hermoso, una vez en la ciudad. Puedes ser Mai y ofrecerte a vernos cuantos días podamos. Puedes ser Brian, quien después de enseñarnos Bangkok en siete horas a la carrera, duerme en el sofá mientras nosotros en su cama. Puedes ser Jan, que nos dedica un día, su noche y sus amigos. O Vanda, que nos lleva al que ha de ser el más ortodoxo restaurante vegetariano posible. Es impensable tanta generosidad, tanto afecto desinteresado, tanta disponibilidad con alguien a quien no has visto en tu vida e improbablemente verás de nuevo. Y sin embargo se mueve. Justo delante de ti.

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