De lo que no se puede hablar se ha de escribir. Sólo preguntar por la monarquía agrede aquí al mismo tiempo a quien pregunta y a quien tiene prohibido responder. Pero el silencio se aproxima al grito a medida que el rey envejece, rumbo al mismo gusano al que pertenece la mera idea de monarquía en cualquier sitio. No podemos hablar de eso –escuchas- pero si se nos pregunta, diremos que no nos gusta su hijo, que todo va a cambiar si se plantea su sucesión. No es un viaje extraño el que va del amor a la indiferencia o el desprecio, pero aplicado a una idea con siglos de vigencia, agrada ver su vulnerabilidad, tan próxima a la de cualquiera de nosotros, cuya ascendencia sobre el resto de los mortales, lograda en su origen entre un deseo tribal y mitológico de dominación, y la necesidad de un liderazgo que pusiera fin a disputas perennes, declina hoy por sus opuestos respectivos: la consagración de procesos democráticos renovables periódicamente, y el derecho, emanado de lo anterior, de convertir la antipatía en despido fulminante.
jueves, 2 de septiembre de 2010
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De lo que no se puede hablar se ha de escribir. Sólo preguntar por la monarquía agrede aquí al mismo tiempo a quien pregunta y a quien tiene prohibido responder. Pero el silencio se aproxima al grito a medida que el rey envejece, rumbo al mismo gusano al que pertenece la mera idea de monarquía en cualquier sitio. No podemos hablar de eso –escuchas- pero si se nos pregunta, diremos que no nos gusta su hijo, que todo va a cambiar si se plantea su sucesión. No es un viaje extraño el que va del amor a la indiferencia o el desprecio, pero aplicado a una idea con siglos de vigencia, agrada ver su vulnerabilidad, tan próxima a la de cualquiera de nosotros, cuya ascendencia sobre el resto de los mortales, lograda en su origen entre un deseo tribal y mitológico de dominación, y la necesidad de un liderazgo que pusiera fin a disputas perennes, declina hoy por sus opuestos respectivos: la consagración de procesos democráticos renovables periódicamente, y el derecho, emanado de lo anterior, de convertir la antipatía en despido fulminante.
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