miércoles, 21 de noviembre de 2012

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La publicidad que trepa a los edificios a veces se baja para recalar en lugares paradójicamente menos visibles, desde los que aspirar, sin embargo, a mayores logros. Empresas armamentísticas, petroleras, emporios del juego, el lavado de dinero y la prostitución legalizada obtienen más réditos financiando al partido republicano en Estados Unidos del que pueda darles un anuncio en medio alguno. Es mera casualidad que cuando la falta de fe en ese método produce inversiones publicitarias en televisión, cadenas como la fox de murdoch se comporten con el mismo impulso reaccionario y criminal con que lo hace el partido al que defiende. A escala más pequeña, las marcas perpetran errores más pequeños, y quizá por ello han de repetirlos más, y así es frecuente leer en El País referencias a “la prensa afín” que jalea cada acto del gobierno argentino actual. Pero ninguna mención a cómo asomarse a clarín –el diario más vendido allí- recuerda mucho al pasmo que sobreviene a hojear aquí abc o la razón. Es duro apoyar a un gobierno sin que tu reputación periodística se tambalee, y un remedio siempre a mano es haberla perdido antes de que alguien pueda echarla en falta –véase la mayor parte de la prensa nacional en nuestro país. Como en casi todas las áreas de la vida, se entendería todo mejor si cada persona que cree pagar por un periódico supiese en todo momento quién lo paga en realidad. 

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