domingo, 11 de noviembre de 2012

Salir a dejarse cosas


Tiene un cuento Haroldo Conti –Marcado- en el que un hombre sale con su barco a robar piezas de otros barcos, que poder vender. Como alguna vez el barco que desguaza en vida está ocupado, el protagonista -el Polo- se lleva el plomo que vino a robar y el que no. La primera vez que salimos en el Fauno II, tras girar en el ramal del río, a la altura de la Escuela naval abandonada, surgen dos gigantes arrumbados, apoyado uno sobre el otro, convertidos en óxido, esperando que los peces se coman lo que es dudosamente rentable desguazar. Pasan seis días hasta que salimos de nuevo, esta vez al Río de la Plata, a contemplar una regata. Es entonces, sometido al oleaje real, cuando uno se descubre en el protagonista de otro cuento sobre barcos, también de Conti –Todos los veranos-, en ese personaje que dice “un hombre como yo sin un barco como yo no está completo”. Traducción: cuando más completamente tranquila la navegación, más completo vuelvo a tierra yo.

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