Como si la convicción metereológica estuviera ligada a la
contundencia con que se debate aquí, los días de calor intenso se interrumpen
un breve lapso… que sirve para inundar la ciudad y no pocas de alrededor. Tras
dejar atrás la Casa de gobierno, los soportales de Leandro Alem son el único
paraguas del día que sí protege. Siguiéndolos, una vez transformada en Av.
Colón, asoma La facultad de Ingeniería, que aúna la precisión propia del tema y
sus columnas imponentemente griegas, con el más insospechado temario que representa
el mármol de las paredes de cada uno de los pisos. Originalmente empezado a
construir en 1951 para albergar la Fundación Eva Perón, durante los seis años
que la albergó vio pasar por su hall familias pobres de todo el país que
llegaban para solicitar alimentos, libros, juguetes, ayuda para poder estudiar
en la ciudad. Siendo muchos de ellos analfabetos, se escogió un color diferente
para cada una de las plantas del edificio, de forma que pudieran reconocer el área
al que se les enviaba. Entre la necesidad original de servir para ser entendidos
por todos y la posterior de educar en la complejidad, los cinco ingenieros que
luego serían Les Luthiers se conocerían entre estas paredes para honrar ambos
propósitos.
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