lunes, 12 de mayo de 2014

Ojos en un lugar extraño


Un artículo publicado por Lee Siegel en New Yorker esta misma semana se lee como si un segundo mapa sobre las sociedades escandinavas, uno sobre algo más subterráneo que las armónicas calles que uno camina en Estocolmo u Oslo: el sustrato en que se asientan caminos que llevan al pasado más o menos reciente, y cuyo tema podría ser la falta de una salida clara. Escrito en torno a un encuentro con el escritor noruego de novela negra Jo Nesbo, resulta una indagación en el lado sombrío que más atracción pudiera despertar cuanto más cívicamente luminosas las culturas en que tiene lugar. Como el propio padre de Nesbo, juzgado y condenado a cárcel tras haberse alistado voluntariamente en el bando nazi que asedió Leningrado, y que narraba sus días bélicos sin vergüenza ni arrepentimiento, uno de los protagonistas de una de las novelas del autor –The redbreast- escribe en su diario, durante los días bajo bandera nazi, que “las decisiones en su vida habían sido tomadas frecuentemente entre dos o más tipos de maldad y había sido juzgado en base a eso”.
Anexado a la propia naturaleza del delito juzgado –el acto voluntario que no fue perseguido o prohibido por el gobierno cuando tuvo lugar-, la influencia de la política como herramienta emboscada de un posible crimen de estado iba a permear desde entonces la ficción criminal en los países nórdicos: escribe Siegel que la moderna novela escandinava fue creada en los sesenta por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, miembros del partido comunista sueco, para los que era evidente el crimen subyacente con que el estado de bienestar segregaba trampantojos con que aplacar a la clase obrera. Posando asombrosamente para el tema, incluso una exministra de justicia noruega –Anne Holt- es hoy un escritora de novela negra. Sin el asesinato inaclarado del primer ministro sueco Olof Palme en 1986 -escribe Siegel-, nunca habría existido la trilogía de Stieg Larsson. “A los demonios no les gusta el aire fresco –cuenta Bergman al principio del documental sobre su casa en la isla de Farö- prefieren que te quedes en casa con los pies fríos.”

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