jueves, 15 de mayo de 2014
El pez barco
El VasaMuseet es un museo sobre la admiración y el fracaso simultáneos. Expuesto el buque de guerra sueco Vasa, fletado en 10 de agosto de 1628 y hundido por méritos propios unos minutos después sin haber logrado salir del puerto de Estocolmo, se contempla en todo su magnífico tamaño con el amargo orgullo humano que asiste a las grabaciones del fondo océanico que contiene los restos del Titanic, hundido, trescientos años después, también el mismo día en que su fama fuera fletada con todos los oropeles posibles. Poblado de soldados y marineros, el Vasa no pudo beneficiarse de la dudosa suerte del Titanic, hundido en el trayecto de Southampton a New York mientras transportaba a algunas de las personas más ricas del mundo, pero también a cientos de inmigrantes irlandeses, británicos -y escandinavos- que acudían a los Estados Unidos en busca de una vida mejor. El hundimiento en 1912 del considerado mejor y más seguro barco jamás fletado trajo investigaciones públicas que obligaron a importantes mejoras en la seguridad marítima y a la creación en 1914 del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar, que aún hoy rige la seguridad marítima. Cuántos de quienes murieron en el Vasa habrían envidiado de lo sucedido tres siglos después, no el que muchos de los supervivientes, al perder todo su patrimonio en la tragedia, fueran acogidos por la caridad pública, cuanto lo juzgado en la persona del presidente de la White Star Line -J. Bruce Ismay-, acusado de cobardía por su prematuro abandono de la nave cuando aún quedaban muchas mujeres y niños en él. Nombrado por la prensa londinense de la época como uno de los cobardes más grandes de la historia, habla también de lo que ningún súbdito podía siquiera soñar oír del rey Gustavo Adolfo II de Suecia en 1628: que las proporciones que en el Vasa aconsejaban un solo puente de cañones fueron modificadas por orden del rey, que impuso dos puentes para hacer más temible el barco. Los 30.000 robles talados para su construcción no iban a servir ni para ataúdes.
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