miércoles, 17 de abril de 2013

agujas de reloj distinto


Incluso hecho de multitudes sentadas a comer en los restaurantes y bares que lo llenan, bajo el puente de Galata late la mismo tránsito que lo recorre por arriba, como si la mezcla de propios y visitantes hiciera a sus calles lo mismo que el cruce de lo otomano y lo bizantino a su arquitectura. Inmerso en ese tiempo hecho de tiempos, Pamuk cita una carta publicada en un periódico en 1929 –“las agujas de los dos grandes relojes que hay ambos extremos del puente (de Karakoy), como las de todos los demás relojes públicos de la ciudad, avanzan a su libre albedrio y se dedican a torturar a muchos estambulíes haciéndoles creer que el vapor que todavía está amarrado al muelle ha salido hace tiempo, o dándoles falsas esperanzas de que el que ha partido hace rato aún sigue allí”. Es el mismo desfase que pondría en hora… el reloj narrativo de Pamuk, llegado el día -“Los muros de los viejos edificios de pisos y de las mansiones de madera derruidas alcanzan, gracias a la falta de cuidados y de pintura, un color específico de Estambul y despiertan en mí una amargura y una apetencia por la observación que me agradan mucho… la pobreza de esa ciudad de la que tan lejos estamos y que nos gustaría ocultar de la mirada de los extranjeros, de los occidentales.”

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