martes, 16 de abril de 2013

iglesia de primero


Viajar con S. supone que, al menos en un punto, el hambre por descubrir la ciudad en la que te hallas nunca va a ser saciada del todo. La gula convertida en virtud convive hoy con el recipiente que la denominara pecado: la misma semana en que se lee que la iglesia alemana anuncia su disposición a vender templos sin uso, que tanto da que se conviertan en restaurantes como en cines, o cómo el teatro de la Abadía, en Madrid, permite recorrer las dependencias de lo que no hace tanto fuera una iglesia, a escasos cien metros de la casa de S. en Haarlem uno puede entrar en Jopen, la iglesia que alberga hoy una fábrica de cerveza cuyas cubas pueden verse desde el bar que ocupa la nave central. De los dos harenes posibles mientras recorremos el palacio Topkapi -uno lleno de mujeres hermosas semidesnudas y otro de cocineros- casi compensa renunciar a la fantasía propia mientras ella alimenta la suya. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario