Casi a medianoche, como hizo llegar William Faulkner a Donald Mahon en su primera novela –La paga de los soldados (1926)-, llega uno a Oxford, Mississippi, donde Faulkner viviera casi toda su vida. Aún hay quien llega al hotel más tarde que nosotros y sus pisadas, que resuenan en el pasillo y en la habitación contigua, parecen darse entre estas paredes. Como los pasos del teniente Joe Gilligan eran en realidad los del propio Faulkner, entrando al tiempo en la habitación del moribundo Donald Mahon y en la de su hermano Charles, herido en la primera guerra mundial, uno se acuesta con los ojos de Mahon, abiertos e impotentes, como si en la noche pudiera ver ya lo que hemos venido a ver, cuando amanezca.
viernes, 29 de julio de 2011
La paga de los viajeros
Casi a medianoche, como hizo llegar William Faulkner a Donald Mahon en su primera novela –La paga de los soldados (1926)-, llega uno a Oxford, Mississippi, donde Faulkner viviera casi toda su vida. Aún hay quien llega al hotel más tarde que nosotros y sus pisadas, que resuenan en el pasillo y en la habitación contigua, parecen darse entre estas paredes. Como los pasos del teniente Joe Gilligan eran en realidad los del propio Faulkner, entrando al tiempo en la habitación del moribundo Donald Mahon y en la de su hermano Charles, herido en la primera guerra mundial, uno se acuesta con los ojos de Mahon, abiertos e impotentes, como si en la noche pudiera ver ya lo que hemos venido a ver, cuando amanezca.
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