Quizá porque la cata
que era de vinos acaba siéndolo también de patés y mermeladas, el señor padre
del señor vinicultor acaba queriendo probar algo de lo que hemos traído a estos
viñedos de Manino, al sur de Catania. Como nuestro producto estrella –de pie,
junto a él- entiende de toreo fino además de todo lo anterior, conseguimos que
nos inviten a cenar en la ciudad (somos cuatro en ese momento) sin que la cena
consista en algo más que la pizza interminable que sirven por doquier.
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