Hay un cierto fatalismo en sentarse a comer en esta
tierra, como si fuera lo último que vas a hacer en la vida. Que quizá es solo
que, tan inconcebible la desmesura de algunas de las comidas o cenas, piensas que pasará mucho tiempo hasta que se te presente atropello semejante. Te
mientes con soltura si ves que otros lo hacen. El Etna con su erupción anual
pudiera simbolizar la digestión insospechada que condense en un día lo que no
ha podido el resto del año. Pregona S. que este es un viaje gastronómico y ni
siquiera la advertencia más obvia del menú –que algo se llame antipasti- evita
que pidas lo que te están diciendo que no necesitas. Incluso sin báscula a mano
lo sabes: hay un anti, un después, un más tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario