Cavalleria Rusticana transcurre entre la iglesia y la
taberna, que es decir entre la relación consagrada entre Lola y Alfio, y la adúltera
entre aquella y Turiddu. Ambientada por Mascagni en la Sicilia del XIX, sus
ingredientes son contados, como la propia duración de la ópera: honor, celos y asesinato.
Son también los de Pagliacci, y por eso su representación conjunta compone un
díptico obvio del drama de honor. Como la sangre derramada finalmente reduce
aún más los elementos en juego, el segundo montaje suele parecer, en función
del orden que se represente, un resumen embrutecido (si Pagliacci es la que
cierra) o lírico (si Cavalleria) de la que acabas de ver. Bronte es un circo la
tarde que llegamos, con las iglesias abiertas y las calles convertidas en
taberna idéntica y atestada. Es el fin de semana que celebra la feria anual del
pistacho, y cientos de puestos ofertan las mismas variantes a partir de un
único ingrediente principal y otros en los que insertado (helados, quesos,
fiambres, dulces, salsas…). Entre el crimen de no probarlos todos y el de
matarnos a comer, elegimos ambos.
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