sábado, 11 de enero de 2014

lego todo


Así como algunos palmerales surgen en mitad de la nada como un parque temático de la vida y la frondosidad, la carretera que lleva a las gargantas del Todra luce sembrada de montículos a ambos lados, de unos dos metros de altura y otros tantos de diámetro. Son pozos ya abandonados, de los que apenas unos pocos son ordeñados hoy. Ordenados en hileras alineadas despreocupadamente, semejan un modelo a escala de la cordillera del Atlas que asoma al fondo de esta estepa marroquí en la región de Jbel Ougnat. Ray Harryhausen habría visto cosas maravillosas entrar y salir de sus cráteres.  

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