lunes, 13 de enero de 2014

un rato en el neolítico



El paseo por las Gargantas del Todra halla a su paso, en la parte más alta de la montaña, una casa bereber. En ella, mujeres, niños, una gallina que te libra de pensar que allí ordeñan a las piedras. En la inmigración marroquí -dice I.- es la mujer la que se apaña, la que lucha y la que aguanta mientras los hombres se entregan al desaliento. Quizá porque para alguien habituado a vivir en otro tiempo, hacerlo en un espacio extraño y hostil ha de ser solo el mismo día pedregoso pero extraña, prodigiosamente domesticable. 

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