El paseo por las Gargantas del Todra halla a su paso, en
la parte más alta de la montaña, una casa bereber. En ella, mujeres, niños, una
gallina que te libra de pensar que allí ordeñan a las piedras. En la
inmigración marroquí -dice I.- es la mujer la que se apaña, la que lucha y la
que aguanta mientras los hombres se entregan al desaliento. Quizá porque para
alguien habituado a vivir en otro tiempo, hacerlo en un espacio extraño y
hostil ha de ser solo el mismo día pedregoso pero extraña, prodigiosamente
domesticable.
siempre las mujeres...la fuerza de la tierra.
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