jueves, 16 de enero de 2014

desusar el uso



Las botellas de plástico que contuvieran agua son empleadas para guardar la arena del desierto que te traes de vuelta. Los euros que alguien dejara en sus comercios o cambiados por moneda local tiempo atrás, te son ofrecidos hoy por los niños a cada paso. Los camellos que en medio mundo simbolizan el primer regalo del año transportan aquí el regalo mismo, en forma de turismo. Paradojas, reversos, mutaciones. La mirada nueva que sobre algunas partes de tu vida te espera a la vuelta, fugazmente, al cruzar la puerta de tu casa, se adquiere tan fácilmente como se pierde, al alejarse en el tiempo el estímulo. Cuanto te sobra, cuanto no usarás, cuanto tienes solo porque para eso lo venden. Tu oportunidad de distinguirlo dura lo que tardas en considerar inadmisible las pelusas que se han congregado bajo la mesa del salón en tu ausencia, lo que te lleva guardar la botella llena de arena en la vitrina que guarda tesoros similares. Los innumerables trozos de periódico cuya lectura demoras, los libros dejados a medio leer, el amor a medio amar. La claridad en las prioridades llega incluso a los sentimientos, que parecen ponerse en su sitio por un breve tiempo. Preguntado M- -traductor, guía- por esa otra muerte tan invisible como presente –los escorpiones-, responde que hibernan, enterrados. ¿Y en verano? –preguntamos. Cada uno con su suerte –responde. Esa otra botella que vacías y llenas de cosas opuestas. 

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