miércoles, 8 de enero de 2014

en propiedad


Como los granos de desierto que imposiblemente son de una sola duna, también el granito de medicina, de ropa, de material escolar o de comida que has venido a entregar acaba creando en un viaje de estas características un vaciado de lo individual que puede mirarse en la montaña de ropa dejada en un asentamiento nómada o en esa temperatura polar que impide dormir en Nochevieja, y que al amanecer revela que ni eso es solo tuyo. Cuesta menos considerar como propio lo que te encuentras comiendo o bebiendo en un país extraño, aunque quizá baste calcular lo que aquí pueda atesorar cualquiera –poco- para intentar estar a la altura. Cuenta I. que en el colegio de Almería en que trabaja, muchos de los alumnos marroquíes dicen haber nacido el 1 de enero del mismo año. Habéis vuelto a nacer –repite la mujer que fundara la escuela. Para quien necesite una razón menos mística, siempre queda ese remedio: verlo como una oportunidad única para dejar, por unos días, de ser del todo uno mismo. 

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