martes, 7 de enero de 2014

bajo el cielo estrellado


El sonido que emite un autobús al partirse la columna de dirección y desplomarse la parte de delante del chasis es el de un cuchillo que estuviera siendo afilado por la carretera que parte la estepa marroquí en dos, pasado Guercif. Felizmente en el desierto hay más rectas que curvas y quizá eso nos salva. Para compensar, lo que viene después es el posible sueño de un muerto: al pie de las luces delanteras del autobús varado, una fiesta donde se canta, bebe y baila se muestra como un espejismo a ojos de quienes pasan. Sin saber aún que el periplo acabará como empezara –varados en medio del mediterráneo a la espera de que el temporal amaine-, el viaje empieza como merece el paisaje: dejando en tierra de nadie los pies que trajeras. 

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