sábado, 31 de agosto de 2013

gorizky, sicilia


Como el cercano lago Pleshcheevo, aparentemente inmóvil como si quisiera hacer pensar a sus navegantes que es tierra lo que aspiran surcar, los manzanos del Monasterio de Gorinsky, en Pereslavl-Zalessky, se dirían sembrados para retrasar o impedir que llegues hasta la magnífica catedral de la Asunción, cuyas paredes declinan en las sombras del interior vacío con la misma mezcla de vida y abandono que las cientos de manzanas caídas esparcen fuera, impregnando el recinto de un perfume que recuerda al de otro palacio en declive, éste siciliano –“comprendido y macerado entre sus límites, despedía fragancias untuosas, carnales y levemente pútridas como los líquidos aromáticos que destilan las reliquias de ciertas santas” –escribió Lampedusa en El gatopardo en 1956. Lo que escribiera Isaac Bábel treinta años antes en Caballería roja -“la tierra se tiñe de fulgor sombrío, collares de frutos luminosos cuelgan de los arbustos” –llevaba enterrado, como el propio Bábel, dieciséis años por entonces, tan anónimo en la vigencia de la literatura consentida por stalin como lo fuera ese otro soldado, éste del Quinto Batallón de Cazadores que Lampedusa hiciera morir en ese mismo jardín, bajo un limonero, su olor mezclado con el de las flores y las hierbas que se pudrían -“La imagen de aquel cuerpo destripado surgía a menudo en sus recuerdos como si estuviese reclamando la única paz que el Príncipe podía concederle: la inserción en una necesidad general, capaz de superar y justificar aquel extremo sufrimiento. Porque morir por alguien o por algo no tiene nada de extraño; pero hay que saber, o estar seguro al menos de que alguien sabe por quién o por qué se ha muerto”. Otros príncipes vinieron a esta tierra antes que el de Lampedusa a sus jardines. Alejandro Nevsky nació en Pereslavl-Zalessky en 1221, Pedro I reflotó el imperio heredado diseñando barcos en el lago Pleshcheevo en 1692. Sus manzanas, incluida ésta que viaja en la maleta hasta España, son ácidas, como si lo que sube, dulzón, hacia ellas desde el suelo, las llamara desde más abajo.

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