Como lo que escribe Mark Bittman en The New York Times 17.8 sobre agricultura sostenible –“aunque los alimentos producidos orgánicamente son demasiado caros para algunos, la producción convencional de alimentos no refleja ni los subsidios requeridos ni el enorme coste medioambiental y sanitario que conlleva”- también la lógica fiscal en Estados Unidos suena a subsidio empantanado. Y así, “mientras las clases medias y empobrecidas luchan por nosotros en Afghanistán, y mientras la mayor parte de los americanos sufren para llegar a fin de mes, nosotros, los megaricos aún disfrutamos de nuestras extraordinarias ventajas fiscales. Algunos de nosotros somos inversores que ganan billones pero se nos permite clasificar nuestras ganancias como “intereses rendidos”, obteniendo así la ganga de un 15% en impuestos por ello. Esas y otras bendiciones nos son facilitadas por los legisladores de Washington que se sienten impelidos a protegernos, en buena parte como si fuesemos lechuzas moteadas u otras especies protegidas. El año pasado pagué casi 7 millones de dólares en impuestos. Suena como si fuera mucho dinero, pero solo pagué el 17,4% de mis ganancias sujetas a impuestos –y esa es un porcentaje más bajo que el de las restantes 20 personas de nuestra oficina. Si haces dinero con dinero, como algunos de mis amigos superricos hacen, el porcentaje puede ser incluso algo más bajo que el mío. Pero si ganas dinero a partir de un trabajo, tu porcentaje seguramente superará el mío, y probablemente por mucho.” –el texto es parte de un artículo de Warren Buffett publicado en NYT 15.8 (http://www.nytimes.com/2011/08/15/opinion/stop-coddling-the-super-rich.html). Escasamente sospechoso de socialista con planes de vender su país a Corea del norte, probablemente lo que pide ha de ser solo esa imposibilidad de la política: alguien que a su inmenso poder, suma el de decir la verdad sin que su puesto de trabajo peligre por ello.
Algo que, sin ir muy lejos, apenas a la columna de al lado, el gobernador de tejas y probable candidato del partido republicano -rick perry-, dudosamente ha de poder permitirse, tal y como explica Paul Krugman al desnudar su mayor logro –haber gobernado durante una década el estado que parece estar creando la mayor parte de los puestos de trabajo del país-, como mero producto de un mayor incremento de población (el doble que el resto del país desde 1990), originado en buena parte por jubilados atráidos por su clima y por inmigración mexicana de clase media en busca de un entorno seguro, cuya renta por encima de la media en estos casos crea empleo local con facilidad. El mayor número de empleos mantiene los salarios bajos (casi uno de cada diez trabajadores en ese estado gana el sueldo mínimo o por debajo, bien por debajo de la media nacional), y justo esos bajos salarios es lo que las empresas necesitan para sentirse atraídas a invertir en ese estado. Lo que, extrapolado al resto del país, al reducir los salarios, aún haría más difícil afrontar la deuda general originada por la burbuja inmobiliaria. Y ese es el escenario optimista. Si, como Texas, más estados temerariamente insistieran en seguir subvencionando “robos” de compañías de otros estados, la deuda estatal solo serviría para financiar, vía reducción de ingresos, deuda individual, antes o después. Una de las razones por las que Buffett logra generar más respuestas en la sección de Cartas al director que en el Congreso es porque para comprar el NYT hacen falta solo dos dólares y para entrar en la Cámara de representantes, has de ser millonario o multimillonario en 6 de cada 10 casos.