De vuelta de New Orleans hacia Baton Rouge es mejor ser el copiloto. Las vistas desde ese asiento son las del lago Pontchartrain. Y la carretera que a la derecha se abre a sus aguas y a la izquierda a los pantanos que poseen todo el sur de Louisiana, transcurre elevada aunque menos de lo que se siente uno, como si fuera el mar lo que estuviese atravesando y el avión hubiese decidido enlazar una pista de despegue tras otra sin terminar nunca de hacerlo. Sensación térmica en cabina: gustito.
genial, con tu descripción no sé por qué me recordaste a proust y su madalena! :)
ResponderEliminarbueno, a proust le hubiese gustado new orleans... aunque fuera para verla también desde una ventana...
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