viernes, 19 de agosto de 2011

la flor rara


En los jardines estadounidenses sin vallas que los separen por fuera es normal encontrarse señales de lo que les separa por dentro. La expresión de la simpatía pro-republicana es abrumadoramente mayoritaria en Lousiana, pero no tanto que no guarde en su seno un 50% de votantes tradicionalmente pro-democráta, y sin embargo, nadie arranca, quema o ensucia la elección ajena. La división entre poblaciones que viven sus diferencias en armonía es, según el país, fruto que se abona en los parlamentos y se cosecha en las urnas cada cuatro años. Y quizá esta sociedad que se construye en torno a suburbios separados por carreteras y unidos por centros comerciales por doquier, ha hallado en la expresión de la diferencia algo más perecedero que la intolerancia constante: un producto que comprar en el momento justo, cuyo envase hueco poder dejar en el jardín, a la intemperie, sin que venga nadie a amenazarte.

2 comentarios:

  1. ... después de leer la prensa estos días, y con el ánimo perdido después de ver el auge del tea party, de la rápida expansión de los ultraconservadores y su discurso, parece casi imposible que se pueda convivir de la forma que describes, en tolerancia con el vecino. a pesar de que la política sea un producto que caduca cada 4 años. crazy.

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  2. sí, es el apocalípsis por un lado y la normalidad por otro... raro,
    supongo que están acostumbrados a convivir con la barbaridad...
    si convirtieran su reacción en movimiento, en vez de vallas habría fuertes rodeando cada casa... es algo :)

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