Con una guerra librada contra sí mismo por cada 100 años de vida (contra sus raíces europeas en 1776; contra la parte del país que defendía la esclavitud en 1860; contra la división racial pactada en 1963), haber ganado las tres aúna en este país la grandeza del logro repetido y la misería de no terminar nunca de ganarlas: los mandatos constitucionales que conformaran La declaración de derechos -entre ellos, el que consagraba de los hombres “haber sido creados iguales” y dotados de “ciertos derechos inalienables”- fueron ratificados en 1791, cuando millones de indios nativos habían sido, con inalienable igualdad, masacrados y expulsados de sus tierras para que otros tantos, traídos de África como animales, ocuparan su lugar como especie inferior. La abolición de la esclavitud que la Unión ganó, al final de la guerra civil, para quienes construyeran sus casas y el trazado ferroviario con que expandirse y prosperar, aún impedía, un siglo después, que un ciudadano negro utilizara en Alabama el mismo baño público que un hombre blanco. La bala que mató a Luther King en 1968 pasó más tiempo ante un tribunal del que afrontara henry ford tras financiar y vender vehículos a la alemania nazi. No hace áun cuatro años que desde el tea party se acusara explícita y repetidamente a Obama de comunista, musulmán y de cuantas dianas necesitara un loco para entenderlo como hubieran deseado.
Interminable e interrumpido en vano, el cuento cruel contado por un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa, que Shakespeare pusiera a Macbeth a decir en medio de su delirio, pugna en su eco por reiniciar el proceso, por convertir la sensatez geoestratégica, financiera y social en colonianismo ideológico al que declarar la guerra; por vindicar la peor esclavitud energética, armamentística y religiosa; por actualizar el segregacionismo, ya sea económico o ambiental, entre quienes merecen tener razones-derechos sobre el resto. A apenas 65 años del tercer centenario de su fundación, el partido republicano fabrica ya para su país el arma necesaria para intentar perder, por vez primera en su historia, la guerra interior que más necesitan ganar.
A mí, que declaren nuevos derechos los expertos mundiales en romper los de todos los demás, me da una mezcla de risa y tristeza. Eso sí, siempre me consuelo sabiendo que, como todos los imperios anteriores, más poderosos que éste, caerá. Quizá no lo vea, pero caerá.
ResponderEliminarEstoy deacuerdo contigo Diego.
ResponderEliminarProverbio chino:
Al que no tiene maestro, el tiempo será su maestro.
Pero mientras tanto: ¡Qué despilfarro!
Berni
caer es una cosa, pillar debajo al resto es otra...
ResponderEliminarmi beetle contra tu mini a que nos pilla
Estos chinos, cuidao q son listos los jodios...
ResponderEliminarPuedo apostar algo q no tengo? Supongo q si gano no tendré problemas :P