viernes, 12 de agosto de 2011

Distancia prudencial a la metáfora


¿Cómo ha de leerse una afamada guía de viajes que dedica una de sus rutas sugeridas a recomendar caminar por parajes infestados de cocodrilos donde estar preparado para “correr por tu vida”? Como las dos puertas del coche que se abren a la vez, y por las que salimos al parar en el camino que recorre el perímetro de Lake Martin, en el suroeste de Lousiana, las lecturas son dos y peligrosamente opuestas: o la ruta no permite ver cocodrilos tan cerca y exagera el trabajo de escudriñar entre la maraña inmóvil del ecosistema pantanoso, o es justo lo contrario. Comer algo que puede comerte ya es una experiencia, otra es caminar a un metro del agua inmóvil mientras eres el plato, sin saberlo hasta que, a cincuenta metros del otro coche detenido junto a la ribera, uno de estos norteamericanos ubicuamente amables se asoma por la ventana para decirnos que si él fuera nosotros volvería al coche. La foto está hecha desde dentro, a un metro escaso, y sin asomar por la ventanilla ni la respiración.

3 comentarios:

  1. Tranquilo hombre, los cocodrilos no comen cualquier cosa... :)
    Yo en Costa Rica, tuve que salir corriendo detrás de uno de 5 metros, y el marica se metió en el agua...
    Así me quedé sin foto... :(

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  2. ya, pero es que estos siguen la dieta de por aquí... están acostumbrados a zampar, otra cosa es que te ignoren porque no das ni para un sandwich...

    a lo mejor el tuyo era hembra... ¿salió corriendo al verte, verdad? :P

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