domingo, 28 de agosto de 2011

Tumbas. Invita Blanche


Tranvías similares a los que Tennessee Williams escuchaba pasar desde su habitación en The French Quarter, la parte más antigua de New Orleans, aún recorren la periferia de sus calles estrechas. De uno de ellos hizo bajar a Blanche du Bois para llegarse hasta una de estas casas, por entonces habitada por inmigrantes como el polaco Stanley Kowalski. Pero la historia de la deriva alcohólica y sexual de una maestra a la que su pasado devora es también la de su extraña generosidad, traída directamente del abismo de la educación aristócrata, en su relato amargo de cómo la mansión familiar de Laurel, Mississippi, ha sido malvendida para pagar los entierros de familiares lejanos sin recursos a los que el honor le obligaba. Como uno de esos tranvías que nunca podrán pasar por tu puerta pero sientes cerca, la historia de esa ruina a plazos, sabida, imparable, apenas asomada, es una obra dentro de la obra. Un deseo dentro de otro, acaso idéntico al que advierte en su hermana Stella, también ésta vendida fatalmente en dósis diarias al desahucio de sí misma a manos de su brutal marido.

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