lunes, 29 de agosto de 2011

1. He visto cosas que vosotros no creeríais


Uno no creería lo que un Wal Mart guarda en sus congeladores, y sin embargo en el estómago de esta sociedad yace algo peor que la comida basura que tantos devoran hasta la deformidad: una bacteria mental cuyo ecosistema no parece ser el cerebro –al cabo, vulnerable a la información adecuada- sino la caja fuerte que son las tripas. Allí, blindada entre jugos gástricos que negocian lo que les llega como el partido republicano negocia la sensatez, rick perry o michelle bachmann aspiran ya a la presidencia del país con la sutileza con la que las bacterias estomacales tratarían al hipocampo si se postularan para sustituir a las neuronas. Como esos otros candidatos que Philip K. Dick imaginó en su novela, perry y bachmann han visto cosas que nosotros no creeríamos. Solo la semana pasada, perry vio traición en la política de la Reserva Federal de inyectar más dinero para mantener los tipos de interés bajos. También vio lo que en Texas harían al responsable de esa decisión, Ben Bernbake si le encontraran allí. Para contrarrestar el mal hábito del presidente –“estudiar las cosas”-, perry vio que la solución pasa por dejar de estar “sobregravados, sobreregulados y sobrelitigados”. En su cabeza el galón (3.78 litros de gasolina) promete volver a costar solo 2 dólares –esto es, casi la mitad del precio actual. En el mundo del que perry viene, “la evolución es solo una teoría”. Y el cambio climático, “un conjunto de datos manipulados por un gran número de científicos para poder obtener financiación, y una idea que cada vez más científicos rechazan”.
Bachmann les supera a todos: además de considerar que el cambio climático es una farsa, y de haber prometido amputar en lo posible las funciones de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), es fervorosamente paleocristiana, bíblicamente literal, y como acaba de revelar Ryan Lizza en New Yorker, profesa el Dominionismo, que entiende que solo los cristianos pueden regir las instituciones mundiales. Es opuesta al aborto, al divorcio, a la investigación con células madre, a que los homosexuales acepten su condición sin terapia. Más concretamente, cómo “necesitamos tener una profunda compasión por quienes padecen semejante disfunción sexual en su vida y desorden de identidad sexual”. En su currículum, hitos como lo mucho que “le preocupa el antiamericanismo de Obama, que debería ser investigado”, que es decir, “su inclinación al socialismo”, posiblemente extensible al New York Times, a buena parte de la costa Este, y a Lincoln, de compartir bachmann, como parece, las tesis de un escritor que, en una biografía de Robert E. Lee, defiende que la guerra civil tuvo lugar entre un sur cristiano y un norte sin dios.
Ambos, perry y bachmann, llenan estos días las páginas de los periódicos, impulsados por una especie de simulacro de voto republicano que viene de celebrarse en Iowa, aparentemente el sitio perfecto para impulsar la carrera de un aspirante republicano a la presidencia, dado que en ese estado solo el 21% de sus votantes republicanos creen en el cambio climático, y solo 35 de cada 100 en la evolución de las especies. Y uno imagina qué pasaría si los votantes de ese, y del resto de estados, hubieran de pasar un examen de capacitación adulta –digamos uno igual al que se exija a un niño de 12 años- similar al que se exige para poder conducir. Uno que, como escribe Paul Krugman en NYT 29.8, les equipare al test de ignorancia orgullosa que viene siendo la prueba de identidad mejor en el partido en que militan. Estados Unidos ya ha tenido antes replicantes a prueba ocupando la casa blanca bajo el aspecto de miembros del partido republicano. Si los nuevos prototipos son aún más peligrosos es porque, a diferencia de bush, que al fin y al cabo asumía el aspecto del hombre común, perry y bachmann toman como partida el adn de bush. Maximizados, sus sueños no incluyen ovejas eléctricas sino sociedades paleolíticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario